TEXTOS FOLCLÓRICOS. CORREGIDO.


Introducción sobre el folclore

En este bloque voy a hablar acerca de los cuentos folclóricos, su uso y como lo uso en el aula.

En primer lugar, voy a remontarme al origen, según el módulo docente de la asignatura de literatura infantil, nos remontamos a 1846, fue acuñada por el anticuario inglés William John Thoms, sustituyendo al curioso concepto de “antigüedades populares” que existía hasta la fecha. La tradición cultural o folclore, hace referencia a diferentes aspectos de la cultura popular; no obstante, aquí nos vamos a centrar en aquellos que tienen una estrecha relación con la literatura: canciones, retahílas, leyendas, romances, fábulas, trabalenguas, cuentos maravillosos.

Si buscamos una definición más concreta, se trata de un conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular.

En los cuentos folclóricos vamos a encontrar tres características esenciales; el anonimato, la oralidad y la multiplicación de variantes.

La construcción de estos cuentos se ha debido a la transmisión oral y esta con el paso del tiempo forma parte de la historia escrita.

En cuanto a la adaptación del aula, buscamos un objetivo muy sencillo: divertirse, junto con divertirse también quiero conocer mejor a mis alumnos. Ver que personajes les gustan, cual no, ver como critican ciertas actitudes y como aplauden otras. También puedo ver que harían ellos en la situación de los personajes.

. Lo podemos hacer más ameno a través de marionetas, títeres, teatrillos de una manera más atractiva en el que no solo afecte a los niños sino también a los adultos que son capaces de introducirse afectivamente en la representación.

En el aula se me ocurren miles de recursos para desarrollar este apartado; podemos hacer un rincón del cuento en el que haya un escenario, podemos representarlo a través de luces y sombras o también podemos dar a los niños la oportunidad de ser ellos los que narren el cuento. Como veis existen muchas maneras de acercar el folclore a la actualidad de una manera más dinámica, sin cambiar su origen.

Elección del cuento folclórico.

La elección del cuento es el clásico “pulgarcito” he elegido este cuento porque de pequeñita siempre me lo contaban mis padres y yo soy muy pequeñita y mi abuelo siempre me decía que tuviese cuidado que me podía perder y me iba a pasar como “pulgarcito”. A parte, creo que es una buena elección para un aula ya que tiene diferentes temas que analizaré más adelante muy acertados para niños de infantil.

 Nombre.

Pulgarcito.

Justificación cuento/edad.

Me parece un cuento muy acertado para esta edad ya que les puede enseñar muy bien por una parte el bien y por otra parte el mal, enseñamos el ejemplo de pulgarcito que por ayudar a su familia hace todo lo que hace y el mal con el ejemplo de los hombres que su intención es robar. La edad adecuada sería 5- 6 años, he elegido esta edad ya que es una edad avanzada en la que ellos comprenden, son capaces de efectuar un razonamiento transductivo, también pueden ponerse en la piel de pulgarcito.

MOTIVOS Y SIMBOLOGÍA.

 En cuanto a la simbología encontramos dos hombres que simbolizan el mal porque lo que quieren es robar y en cambio pulgarcito nos simboliza el bien ya que lo que hace es ayudar a su familia.

Podemos ver también obstáculos transitorios que sería el camino donde se encuentra a los hombres, también los diferentes animales que aparecen en el cuento.

Si analizamos los personajes podemos decir claramente que pulgarcito es el personaje hermano pequeño en el que se duda de su inteligencia o se piensa que será menos válido o más débil por algún factor en concreto, en el caso de pulgarcito su padre no quería que le ayudase a llevar los caballos por lo pequeño que era.

 Resumen cuento.

Érase un pobre campesino que estaba una noche junto al hogar atizando el fuego, mientras su mujer hilaba, sentada a su lado.
Dijo el hombre: - ¡Qué triste es no tener hijos! ¡Qué silencio en esta casa, mientras en las otras todo es ruido y alegría! - Sí -respondió la mujer, suspirando-. Aunque fuese uno solo, y aunque fuese pequeño como el pulgar, me daría por satisfecha. Lo querríamos más que nuestra vida.
Sucedió que la mujer se sintió descompuesta, y al cabo de siete meses trajo al mundo un niño que, si bien perfectamente conformado en todos sus miembros, no era más largo que un dedo pulgar.
Y dijeron los padres: - Es tal como lo habíamos deseado, y lo querremos con toda el alma. En consideración a su tamaño, le pusieron por nombre Pulgarcito. Lo alimentaban tan bien como podían, pero el niño no crecía, sino que seguía tan pequeño como al principio. De todos modos, su mirada era avispada y vivaracha, y pronto mostró ser listo como el que más, y muy capaz de salirse con la suya en cualquier cosa que emprendiera.
Un día en que el leñador se disponía a ir al bosque a buscar leña, dijo para sí, hablando a media voz: "¡Si tuviese a alguien para llevarme el carro!." - ¡Padre! -exclamó Pulgarcito-, yo te llevaré el carro. Puedes estar tranquilo; a la hora debida estará en el bosque. Se puso el hombre a reír, diciendo: - ¿Cómo te las arreglarás? ¿No ves que eres demasiado pequeño para manejar las riendas? - No importa, padre. Sólo con que madre enganche, yo me instalaré en la oreja del caballo y lo conduciré adonde tú quieras. "Bueno -pensó el hombre-, no se perderá nada con probarlo."
Cuando sonó la hora convenida, la madre enganchó el caballo y puso a Pulgarcito en su oreja; y así iba el pequeño dando órdenes al animal: "¡Arre! ¡Soo! ¡Tras!." Todo marchó a pedir de boca, como si el pequeño hubiese sido un carretero consumado, y el carro tomó el camino del bosque. Pero he aquí que cuando, al doblar la esquina, el rapazuelo gritó: "¡Arre, arre!," acertaban a pasar dos forasteros.
- ¡Toma! -exclamó uno-, ¿qué es esto? Ahí va un carro, el carretero le grita al caballo y, sin embargo, no se le ve por ninguna parte. - ¡Aquí hay algún misterio! -asintió el otro-. Sigamos el carro y veamos adónde va. Pero el carro entró en el bosque, dirigiéndose en línea recta al sitio en que el padre estaba cortando leña.
Al verlo Pulgarcito, gritó: - ¡Padre, aquí estoy, con el carro, bájame a tierra! El hombre sujetó el caballo con la mano izquierda, mientras con la derecha sacaba de la oreja del rocín a su hijito, el cual se sentó sobre una brizna de hierba. Al ver los dos forasteros a Pulgarcito quedaron mudos de asombro, hasta que, al fin, llevando uno aparte al otro, le dijo: - Oye, esta menudencia podría hacer nuestra fortuna si lo exhibiésemos de ciudad en ciudad. Comprémoslo. -Y, dirigiéndose al leñador, dijeron: - Vendenos este hombrecillo, lo pasará bien con nosotros. - No -respondió el padre-, es la luz de mis ojos, y no lo daría por todo el oro del mundo.
Pero Pulgarcito, que había oído la proposición, agarrándose a un pliegue de los calzones de su padre, se encaramó hasta su hombro y le murmuró al oído: - Padre, dejame que vaya; ya volveré. Entonces el leñador lo cedió a los hombres por una bonita pieza de oro. - ¿Dónde quieres sentarte? -le preguntaron. - Ponme en el ala de vuestro sombrero; podré pasearme por ella y contemplar el paisaje: ya tendré cuidado de no caerme. Hicieron ellos lo que les pedía, y, una vez Pulgarcito se hubo despedido de su padre, los forasteros partieron con él y anduvieron hasta el anochecer. Entonces dijo el pequeño: - Dejame bajar, lo necesito. - ¡Bah!, no te muevas -le replicó el hombre en cuyo sombrero viajaba el enanillo-. No voy a enfadarme; también los pajaritos sueltan algo de vez en cuando. - No, no -protestó Pulgarcito-, yo soy un chico bien educado; bajame, ¡deprisa! El hombre se quitó el sombrero y depositó al pequeñuelo en un campo que se extendía al borde del camino. Pegó él unos brincos entre unos terruños y, de pronto, escabullóse en una gazapera que había estado buscando. - ¡Buenas noches, señores, pueden seguir sin mí! -les gritó desde su refugio, en tono de burla. Acudieron ellos al agujero y estuvieron hurgando en él con palos, pero en vano; Pulgarcito se metía cada vez más adentro; y como la noche no tardó en cerrar, hubieron de reemprender su camino enfurruñados y con las bolsas vacías. Cuando Pulgarcito estuvo seguro de que se habían marchado, salió de su escondrijo. "Eso de andar por el campo a oscuras es peligroso -díjo-; al menor descuido te rompes la crisma." Por fortuna dio con una valva de caracol vacía: "¡Bendito sea Dios! -exclamó-. Aquí puedo pasar la noche seguro." Y se metió en ella. Al poco rato, a punto ya de dormirse, oyó que pasaban dos hombres y que uno de ellos decía. - ¿Cómo nos las compondremos para hacernos con el dinero y la plata del cura? - Yo puedo decírtelo -gritó Pulgacito. - ¿Qué es esto? -preguntó, asustado, uno de los ladrones-. He oído hablar a alguien. Sa pararon los dos a escuchar, y Pulgarcito prosiguió:< -Llevenme con ustedes, yo los ayudaré. - ¿Dónde estás? - Busca por el suelo, fijate de dónde viene la voz -respondió. Al fin lo descubrieron los ladrones y la levantaron en el aire: - ¡Infeliz microbio! ¿Tú pretendes ayudarnos? - Mira -respondió él-. Me meteré entre los barrotes de la reja, en el cuarto del cura, y les pasaré todo lo que quieran llevar. - Está bien -dijeron los ladrones-. Veremos cómo te portas. Al llegar a la casa del cura, Pulgarcito se deslizó en el interior del cuarto, y, ya dentro, gritó con todas sus fuerzas: - ¿Quieren llevarse todo lo que hay aquí? Los rateros, asustados, dijeron: - ¡Habla bajito, no vayas a despertar a alguien!
Mas Pulgarcito, como si no les hubiese oído, repitió a grito pelado: - ¿Qué quieren? ¿Van a llevarse todo lo que hay? Oyóle la cocinera, que dormía en una habitación contigua, e, incorporándose en la cama, se puso a escuchar. Los ladrones, asustados, habían echado a correr; pero al cabo de un trecho recobraron ánimos, y pensando que aquel diablillo sólo quería gastarles una broma, retrocedieron y le dijeron: - Vamos, no juegues y pásanos algo.
Entonces Pulgarcito se puso a gritar por tercera vez con toda la fuerza de sus pulmones: - ¡Se los daré todo enseguida; sólo tienen que alargar las manos! La criada, que seguía al acecho, oyó con toda claridad sus palabras y, saltando de la cama, precipitóse a la puerta, ante lo cual los ladrones echaron a correr como alma que lleva el diablo.
La criada, al no ver nada sospechoso, salió a encender una vela, y Pulgarcito se aprovechó de su momentánea ausencia para irse al pajar sin ser visto por nadie. La doméstica, después de explorar todos los rincones, volvió a la cama convencida de que había estado soñando despierta.
Pulgarcito trepó por los tallitos de heno y acabó por encontrar un lugar a propósito para dormir. Deseaba descansar hasta que amaneciese, y encaminarse luego a la casa de sus padres.
Pero aún le quedaban por pasar muchas otras aventuras. ¡Nunca se acaban las penas y tribulaciones en este bajo mundo! Al rayar el alba, la criada saltó de la cama para ir a alimentar al ganado. Entró primero en el pajar y tomó un brazado de hierba, precisamente aquella en que el pobre Pulgarcito estaba durmiendo.
Y es el caso que su sueño era tan profundo, que no se dio cuenta de nada ni se despertó hasta hallarse ya en la boca de la vaca, que lo había arrebatado junto con la hierba. - ¡Válgame Dios! -exclamó-. ¿Cómo habré ido a parar a este molino? Pero pronto comprendió dónde se había metido. Era cosa de prestar atención para no meterse entre los dientes y quedar reducido a papilla. Luego hubo de deslizarse con la hierba hasta el estómago. - En este cuartito se han olvidado de las ventanas -dijo-. Aquí el sol no entra, ni encienden una lucecita siquiera. El aposento no le gustaba, y lo peor era que, como cada vez entraba más heno por la puerta, el espacio se reducía continuamente. Al fin, asustado de veras, pse puso a gritar con todas sus fuerzas: - ¡Basta de forraje, basta de forraje! La criada, que estaba ordeñando la vaca, al oír hablar sin ver a nadie y observando que era la misma voz de la noche pasada, se espantó tanto que cayó de su taburete y vertió toda la leche.
Corrió hacia el señor cura y le dijo, alborotada: - ¡Santo Dios, señor párroco, la vaca ha hablado! - ¿Estás loca? -respondió el cura; pero, con todo, bajó al establo a ver qué ocurría. Apenas puesto el pie en él, Pulgarcito volvió a gritar: - ¡Basta de forraje, basta de forraje! Se pasmó el cura a su vez, pensando que algún mal espíritu se había introducido en la vaca, y dio orden de que la mataran. Así lo hicieron; pero el estómago, en el que se hallaba encerrado Pulgarcito, fue arrojado al estercolero.
Allí trató el pequeñín de abrirse paso hacia el exterior, y, aunque le costó mucho, por fin pudo llegar a la entrada. Ya iba a asomar la cabeza cuando le sobrevino una nueva desgracia, en forma de un lobo hambriento que se tragó el estómago de un bocado. Pulgarcito no se desanimó. "Tal vez pueda entenderme con el lobo," pensó, y, desde su panza, le dijo: - Amigo lobo, sé de un lugar donde podrás comer a gusto. - ¿Dónde está? -preguntó el lobo. - En tal y tal casa. Tendrás que entrar por la alcantarilla y encontrarás bollos, tocino y embutidos para darte un hartazgo -. Y le dio las señas de la casa de sus padres. El lobo no se lo hizo repetir; se escurrió por la alcantarilla, y, entrando en la despensa, se hinchó hasta el hartarse. Ya harto, quiso marcharse; pero se había llenado de tal modo, que no podía salir por el mismo camino. Con esto había contado Pulgarcito, el cual, dentro del vientre del lobo, se puso a gritar y alborotar con todo el vigor de sus pulmones. - ¡Cállate! -le decía el lobo-. Vas a despertar a la gente de la casa. - ¡Y qué! -replicó el pequeñuelo-. Tú bien te has llenado, ahora me toca a mí divertirme -y reanudó el griterío. Despertaron, por fin, su padre y su madre y corrieron a la despensa, mirando al interior por una rendija. Al ver que dentro había un lobo, volvieron a buscar, el hombre, un hacha, y la mujer, una hoz. - Quédate tú detrás -dijo el hombre al entrar en el cuarto-. Yo le pegaré un hachazo, y si no lo mato, entonces le abres tú la barriga con la hoz. Oyó Pulgarcito la voz de su padre y gritó: - Padre mío, estoy aquí, en la panza del lobo. Y exclamó entonces el hombre, gozoso: - ¡Alabado sea Dios, ha aparecido nuestro hijo! -y mandó a su mujer que dejase la hoz, para no herir a Pulgarcito. Levantando el brazo, asestó un golpe tal en la cabeza de la fiera, que ésta se desplomó, muerta en el acto. Subieron entonces a buscar cuchillo y tijeras, y, abriendo la barriga del animal, sacaron de ella a su hijito. - ¡Ay! -exclamó el padre-, ¡cuánta angustia nos has hecho pasar! - Sí, padre, he corrido mucho mundo; a Dios gracias vuelvo a respirar el aire puro.
- ¿Y dónde estuviste? - ¡Ay, padre! Estuve en una gazapera, en el estómago de una vaca y en la panza de un lobo. Pero desde hoy me quedaré con ustedes. - Y no volveremos a venderte por todos los tesoros del mundo -dijeron los padres, acariciando y besando a su querido Pulgarcito. Le dieron de comer y de beber y le encargaron vestidos nuevos, pues los que llevaba se habían estropeado durante sus correrías.

A continuación, voy a contar en que contexto realizaría la narración.

Seria en le aula, en la zona de la asamblea. También podemos contarlo después de una clase de psicomotricidad por ejemplo que necesiten un poco de relajación, por ejemplo. La educadora que lo cuente tiene un papel muy importante ya que tiene que conseguir enganchar a los niños, que disfruten y hacer que esta historia les atraiga, por ello puede hacer expresiones, acciones durante la narración para conseguir mantenerles enganchados.

¿SE PUEDE REALIZAR ALGÚN CAMBIO?

Los cambios que haría sería adaptar un poco el lenguaje.

PREGUNTAS QUE SE PLANTEAN:

Lo dividiría en dos partes;

Primero haría una lluvia de preguntas en el que pondría un poco en contexto, para que los niños no se encuentren perdidos a la hora de leer el cuento.

Una cosa que me gusta mucho hacer es abrir una página y decirles, ¿qué es eso? ¿Qué veis? ¿Qué creéis que va a pasar? Y así con una más. Con esto consigo que ellos estén más atentos estén conectados en casi todo el cuento.

Y una vez finalizado el cuento haría una lluvia de preguntas onde les preguntaría lo siguiente:

¿Qué os ha parecido lo que ha hecho pulgarcito?

¿Cómo hubieseis actuado vosotros?

¿Cambiarias el final?

¿Si tu fueses el padre de pulgarcito, le hubieses dicho lo que le dice al padre al principio del cuento?

 

MOTIVOS Y SIMBOLOGÍA.

 En cuanto a la simbología encontramos dos hombres que simbolizan el mal porque lo que quieren es robar y en cambio pulgarcito nos simboliza el bien ya que lo que hace es ayudar a su familia.

Podemos ver también obstáculos transitorios que sería el camino donde se encuentra a los hombres, también los diferentes animales que aparecen en el cuento.

Si analizamos los personajes podemos decir claramente que pulgarcito es el personaje hermano pequeño en el que se duda de su inteligencia o se piensa que será menos válido o más débil por algún factor en concreto, en el caso de pulgarcito su padre no quería que le ayudase a llevar los caballos por lo pequeño que era.

 

FUENTES.

https://www.ecured.cu/Pulgarcito

https://dle.rae.es/folclore

https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/31/98/_ebook.pdf

https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/pulgarcito


 

 

 

 

 

 

 

 



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